Nintendo Wii

Momentos inolvidables al lado de los Videojuegos [NB Opinión]

El momento nostálgico de la semana patrocinado por Niubie

En una reciente reunión entre amigos salió al tema de conversación esos momentos claves que hemos tenido en nuestras vidas como jugadores, lo que me hizo analizar las cosas y darme cuenta que desde pequeño he estado relacionado a las consolas y los buenos ratos que éstas me han dado, principalmente el obtener divertidos momentos de convivencia con amigos y familiares.

Todo comenzó cuando empezaba a tener uso de razón y mi madre me compró un “juguete que se conecta a la televisión” para ver si eso me entretenía, porque según ella era muy inquieto y nada me podía mantener tranquilo en un solo lugar. Ese juguete era nada menos que el Atari 2600, que con juegos muy sencillos como Pac-Man, Dig Dug, Gyruss, Pole Position, Tennis, Skiing y Taz logró el “milagro” de capturar mi atención, además de que recuerdo que incluso logró entretener a mi papá que se pasaba horas tratando de romper sus récords.

Pasaron los años y comenzaba una revolución en los videojuegos con el anuncio del Nintendo, aparato que yo deseaba con todo mi corazón y que me parecía imposible verlo un día conectado en la televisión de mi casa. Incluso recuerdo que iba a lugares en donde rentaban consolas NES por lapsos de 15 minutos, hasta que llegó el esperado momento de un día del niño en donde aún recuerdo a mis papás llegar con la caja del Action Set, paquete que además de la consola y el cartucho incluía dos controles y la famosa pistola. Aquellos días fueron grandiosos, marcando definitivamente mi gusto por los juegos electrónicos y viviendo grandes momentos al jugar con mi hermana y amigos en títulos como Super Mario Bros., Bionic Commando, Ninja Gaiden, Duck Hunt, Mega Man 2, Tetris, The Legend of Zelda, Dr. Mario, Metroid, Contra, Punch-Out! y por supuesto Super Mario Bros. 3. Nada como esas tardes jugando Contra en cooperativo con amigos, sintiéndonos unos héroes por haber logrado ingresar con éxito el código para las 30 vidas o encontrando el bug de las 100 vidas en Mario Bros, o cómo olvidar esas pláticas en la escuela presumiendo las proezas como el haber acabado Ninja Gaiden. También recuerdo que en algunas ocasiones jugábamos con los accesorios como el Zapper y el  “tapete”, donde nunca faltaba el que se sentaba en el sillón para poder hacer como que corría más rápido y así vencer a los que nos quedábamos de pie.

Después de lo sensacional que resultó el NES para mí, obviamente decidí seguir por el camino de Nintendo, esto a pesar de que pude probar joyas de las consolas de Sega en casa de mi primo que prefería otras opciones que las del resto del grupo. Con el SNES lo que más recuerdo son esas interminables tardes de “retas” de Street Fighter II, aunque debo confesar que lamentablemente a esta consola no la aproveché como pudo haber sido debido a que mi novia de esa época era anti-juegos. ¡Grave error!

Más tarde tuve una especie de redescubrimiento de los videojuegos con la llegada del N64, que me dejó más que sorprendido con el uso de las tres dimensiones en Super Mario 64. Afortunadamente la sorpresa no se quedó en eso y pasé noches desvelándome con Mario Kart 64, GoldenEye 007, Perfect Dark, The Legend of Zelda: Ocarina of Time, pero sobre todo con International Superstar Soccer 98, simplemente el juego de futbol más divertido que he probado en mi vida y el que más he disfrutado al jugar contra amigos.

Aún con todos estos juegazos llegó un momento en que no veía nada interesante en el horizonte para N64, y cuando vi un PlayStation en acción inmediatamente decidí cambiar la consola. Cabe mencionar que en aquel entonces, fui a un bazar local y los vendedores me recomendaban alejarme de la consola de Sony porque “era muy frágil” y que seguramente no iba a tener éxito. Afortunadamente no les hice caso y me parece que fue un momento clave para hacer que los videojuegos pasaran de ser un simple hobby a algo más serio. Jugué grandes RPG’s como Lunar, Final Fantasy Tactics, Final Fantasy VII y Grandia, además de otras maravillas como Silent Hill, Resident Evil 2, Wipeout XL, Gran Turismo 2, Castlevania: Symphony of the Night y el que hasta la fecha sigue siendo mi juego favorito: Metal Gear Solid. Impresionante la historia, las gráficas y esos pequeños detalles como ver a Psycho Mantis “moviendo mi control”.

Luego con la llegada de PS2, Xbox y Dreamcast seguí por este camino de las grandes aventuras con títulos épicos como Shadow of the Colossus, ICO, Halo, God of War, Grand Theft Auto III y Shenmue, que aunque son de los juegos que más recuerdo y que considero clásicos tenían algo en común y es que eran títulos con un enfoque a jugar en solitario. Aquí fue donde me convencí de que los juegos también podrían ser considerados arte y donde tuve mi primera experiencia de juego en línea gracias al modem integrado en la última consola de Sega.

La nueva generación de consolas parecen haber alcanzado un punto que combinan lo mejor del pasado, ya que actualmente cuento con PS3, Xbox 360 y Wii y cada una de ellas me ha proporcionado algo diferente. Con Wii he pasado grandes momentos interactuando con mi familia gracias a sus juegos casuales y sencillos, mientras que con PS3 y Xbox 360 he seguido recibiendo esa dosis necesaria que solo títulos como Metal Gear Solid 4, Uncharted 2, God of War 3 y Gears of War 2 pueden ofrecer. Además, gracias a sus capacidades en línea he logrado estar en contacto con amigos que se encuentran lejos físicamente pero que parece siguen estando a dos cuadras de distancia, sin dejar a un lado las grandiosas convivencias que ofrecen los juegos cooperativos y musicales como Rock Band y Guitar Hero.

En fin, esto que les describo es simplemente para ejemplificar que los videojuegos no existen simplemente para matar el tiempo ni tampoco son un mal que convierten a los jóvenes en zombies dependientes de la televisión, sino que al final son más un estilo de vida, un medio para convivir y compartir experiencias, una fuente de recuerdos para explotar la imaginación, un modelo de trabajo en equipo, pero sobre todo nos otorgan diversión que en estos tiempos parece ser algo en extinción.

¿Qué opinan, han vivido algo similar a mi historia?

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