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NB Labs: Alan Wake’s American Nightmare

Alan Wake y su extraño subconsciente están de regreso en formato descargable para Xbox Live Arcade.

Plataformas: Xbox Live ArcadeDesarrollador: RemedyDistribuidor: Microsoft StudiosPrecio: 1200 MS Points (USD $15)

Es casi obligatorio ponderar la oferta de este American Nightmare recordando lo que fue Alan Wake, hace casi dos años atrás. Esa historia, narrada de forma magistral, tenía algunas taras estrictamente jugables que a la larga hacían ver el debut de Wake como un producto algo desbalanceado, con recursos tecnológicos infrautilizados.

Alan Wake’s American Nightmare no descubre la rueda ni tampoco revoluciona el concepto, pero sí se ofrece una aventura algo más cohesionada. De hecho, lo que más llama la atención de entrada es que la excesiva linealidad del Alan Wake se ha dejado de lado, entregando bastante al jugador más libertad para moverse por los entornos de Arizona que se muestran con una ambientación tan lograda como la de Bright Falls.

Manteniendo el caracter episódico que perfectamente podría decirse que es marca registrada de la franquicia, Alan Wake ahora escribe y estelariza su propio episodio de Night Springs, la serie de televisión que se podía ver en los televisores repartidos por Bright Falls. El problema de Alan Wake es que siempre, siempre, tiene dificultades para diferenciar realidad de ficción, y en este caso, la mezcla de realidades también sirve para ir arrojando luz sobre los acontecimientos anteriores a este episodio. Continuismo a todas luces.

En lo estrictamente jugable, hay varios puntos que merecen atención. Primero, y es que el mentado «mayor enfoque a la acción» en esta aventura -pesadilla- americana finalmente no es tanto como su promesa. Sí, hay más variedad de armas, el gunplay recibió algunos pequeños retoques que lo hacen más ágil -por ejemplo, la linterna ya no quita escudo a mitad de gatillo, pero sí se recarga más rápido- y permiten profundizar un poco más y «crear habilidad», pero a la larga no podría decir si hay más enfrentamientos o más enemigos. Lo que no significa que los que salen sean los mismos de siempre; de hecho hay algo de variedad, aunque en ningún caso obligan a replantear una estrategia ni nada por el estilo, al menos no en el modo de historia.

También vuelven los objetos coleccionables, que siguen siendo las hojas de un manuscrito bien interesante porque va dando pildoritas de lo que rodea a Alan Wake. Más interesante aún, estos están repartidos de forma que muchas veces relatan eventos futuros, que al momento de leer parecen incoherentes hasta que se desenvuelve la madeja y uno puede más que felicitar a Sam Lake y el equipo narrativo de Remedy por armar un guión super inteligente, para nada facilista ni lleno de clichés.

Por sobre todo lo anterior, está el planteamiento jugable de American Nightmare, que sin ser completamente abierto ni mucho menos un sandbox, sí deja de lado los senderos rodeados de cercos para abrir los escenarios y darle al jugador cierta libertad para moverse a sus anchas. Los escenarios son pequeñas cajitas de arena que vale la pena recorrer para encontrar las hojas perdidas de manuscrito, que dicho sea de paso, no están todas disponibles desde el principio (esto va de la mano con la progresión del juego que voy a comentar más adelante). De la misma forma, también hay objetivos múltiples en determinados momentos, y el orden para cumplir estos objetivos queda a criterio del jugador.

Respecto de la progresión del juego, este es básicamente un guiño a la clásica película «El día de la Marmota», donde Bill Murray vivía el mismo día en un bucle infinito hasta dar con la solución para terminar con la repetición. American Nightmare bebe de lo mismo: se da vueltas en tres escenarios, donde solo Alan Wake y su némesis -el Sr. Chirridos- saben que están metidos en un embrollo de difícil solución.

Quizás el único punto muy mejorable hasta ahora sería la irregularidad del trabajo actoral. Ilkka Villi se luce como Alan Wake y el Sr. Chirridos, pero el resto de actuaciones están lejos de llegar a tal nivel. Ahora bien, se entiende que la escala de la producción es menor y por eso podría ser hasta perdonable, pero eso no significa que haya que pasarlo por alto. Las actuaciones de las tres secundarias son débiles, y eso siendo generoso.

La aventura principal dura aproximadamente unas seis horas, y a pesar de la repetición de escenarios no se siente una repetitividad molesta; al contrario, al saber que siempre «falta algo» se va forzando el in crescendo, y si a eso se le suma el enganche que significan los manuscritos, los programas de radio -que van contando lo que pasa con Barry y los Old Gods después del primer juego- y los televisores en los cuales el Sr. Chirridos aplica juegos mentales sobre el pobre de Alan Wake, se tiene una aventura muy consistente, interesante, y lo mejor de todo, narrada de forma soberbia.

Ya después está el modo de sobrevivencia, la versión de Remedy de las famosas hordas que se incluyen hoy en día en la gran mayoría de los juegos de acción: 10 minutos para sobrevivir a las oleadas de seres atrapados por la oscuridad. Inteligentemente, este modo va estrictamente unido a la historia principal, ya que en el modo de campaña se pueden ir desbloqueando ciertas armas con un determinado número de manuscritos encontrados. Y esas armas también se desbloquean para este modo, por lo que hay un incentivo mayor para encontrar todas las hojas perdidas en Arizona y alrededores. Si en la historia principal pueden llegar a ser meros adornos, acá todo lo contrario.

Alan Wake’s American Nightmare, como ya lo reconocieron desde la misma Remedy, parece un tanteo de terreno, una prueba para ir moldeando los próximos capítulos de la gran serie que es Alan Wake. Desde el punto de vista narrativo no hay nada que objetar: el nivel de calidad es altísimo, y los fanáticos del género de ficción con toques hasta metafísicos van a estar en su salsa. Pero mayor aún es el mérito de conseguir una cohesión notable entre narrativa y jugabilidad, lo que comprueba que sí es posible contar una historia sin asfixiar al jugador con límites que a la larga se sienten demasiado ficticios.

Conclusión

Alan Wake, la franquicia, tiene unas señas de identidad bien marcadas y que difícilmente vayan a cambiar en el futuro. Pueden gustar más o menos, pero esta vez es de agradecer que en Remedy se hayan decidido por estirar un poco las opciones jugables; sin esconder totalmente su linealidad, sí esta vez se hace mucho menos obvia. Y si yo critiqué el primer Alan Wake por lo mismo en su momento, ahora no me queda otra que reconocer la labor y el trabajo bien hecho, porque la pesadilla americana de Alan Wake es super consistente, incluso a veces más que su propio antecesor.

Lo imperdible:

– Su soberbia narrativa.
– Ilkka Villi en su doble rol está notable.
– El planteamiento jugable se expande sin difuminar el hilo argumental.
– OLD GODS OF ASSGARD.

Lo impresentable:

– Las actuaciones secundarias y algunas fallas ortográficas en los subtítulos.

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