Nintendo Wii

NB Labs: The Last Story

El creador de Final Fantasy lanza su “última historia” en América, un relato que bien vale la pena checar y que se perfila como una de las últimas cartas fuertes de Nintendo antes de su entrada a la próxima generación.

Plataformas: Nintendo WiiDesarrollador: MistwalkerDistribuidor: XSEED Games

El paso de Hironobu Sakaguchi por la actual generación no ha sido precisamente “la moneda más brillante” dentro de los casi 30 años de trayectoria del nipón en la industria jugona. Títulos como Blue Dragon y Lost Odyssey para la Xbox 360 pasaron sin pena ni gloria por el saturado mercado del rol japonés, aunque al final del día las ventas fueron calificadas como positivas (suficiente como para mantener a flote a la nueva compañía del ex integrante y cofundador de Square).

Cuando el padre de Final Fantasy anunció que su nuevo proyecto se estaba cocinando para la Wii de Nintendo, un gran número de jugadores no supo qué pensar al respecto, e incluso algunos vaticinaron un fracaso rotundo para el título. Afortunadamente, el pronóstico resultó errado. The Last Story no sólo se ha consagrado como el mejor juego de Mistwalker hasta la fecha, sino que también ha conseguido un lugar privilegiado junto a otros representantes del género en las consolas actuales.

Claro que el juego tiene sus fallas, algunas más notorias que otras, pero en términos generales la propuesta traza una senda interesante dentro de un terreno hundido en la crisis (el JRPG), donde cada vez es más frecuente encontrar juegos que viven de la fama del pasado en vez de hacerlo por las glorias del presente.

De mercenario a caballero

Luego de presenciar las más cruentas atrocidades dictadas por la codicia y convertirse en un huérfano de la noche a la mañana, Zael, el protagonista de la historia, comienza su viaje junto con un sujeto llamado Dagran, fundado entre los dos un grupo de mercenarios. Sin embargo, la meta de estos dos compañeros con historias similares apunta hacia objetivos más ambiciosos en la vida: ostentar el título de caballeros y abandonar el indigno y mal visto oficio de cazarecompensas.

Por azares del destino, la oportunidad para ver su sueño hecho realidad se presenta justo frente a sus narices, aunque para conseguirlo será necesario hacer algunos sacrificios y rescatar un mundo que se desmorona poco a poco.

De esta forma arranca el relato de The Last Story, una trama plagada a todas luces de los clichés más obvios dentro de los RPG japoneses, aunque con algunas novedades que ayudan a mantener al título fresco antes las cuotas más altas de exigencia.

A través de los más de 40 capítulos de los que se compone la historia (ofreciendo entre 25 y 30 horas de juego), el jugador toma el papel de Zael, el cual estará acompañado regularmente por Dagran y los otros miembros de su escuadrilla de mercenarios integrada por el antipático Yurick, la pacífica Mirania, el casanova Lowell y la alocada -y un tanto alcohólica- Syrenne, todos con un pasado desconocido y conducidos bajo objetivos muy diferentes.

En esencia, la mecánica del título es ir completando varias misiones conforme progresa la trama, ubicando al jugador en diferentes escenarios y bajo circunstancias cambiantes. Contrario a lo que podría pensarse de un juego de Sakaguchi, el principal hilo conductor de The Last Story se desarrolla de manera bastante lineal, añadiendo algunas tareas secundarias en el viaje, pero relegando de forma significativa el elemento de exploración. En resumen, no esperen el clásico mapamundi constituido por pueblos, campos y vastos océanos.

Para compensar un poco esta “deficiencia”, los desarrolladores marcaron como centro principal de operaciones la ciudad de Lazulis, una urbe de dimensiones considerables compuesta por tabernas, plazas, mercados, tiendas, callejones y hasta un Coliseo para practicar las habilidades en batalla y ganar un poco de plata en el proceso. Es en este lugar donde la gran mayoría de las misiones secundarias se concentra, buscando objetos, acabando con guaridas de ladrones y hasta enfrentando los peligros de una mansión embrujada.

En el fulgor de la batalla

Sin lugar a dudas, uno de los elementos con más identidad en el juego son las batallas, apartado en el que Sakaguchi finalmente optó por abandonar el sistema basado en turnos para apostarle a un nutrido sistema hibrido que toma componentes de los shooters en tercera persona aderezado con características de los juegos de estrategia en tiempo real.

Zael puede moverse libremente por la arena de combate, teniendo la posibilidad de rodar para esquivar los golpes, ponerse a cubierto y desplegar ventarrones con su espada para expandir el efecto de unos círculos mágicos esparcidos en el suelo por los mismos compañeros de equipo. Esta nueva característica es clave dentro de las refriegas, ya que estos montículos hechizados sirven tanto para atacar a los enemigos como para curar a los aliados.

A pesar de que sólo puede controlarse al protagonista durante los diversos enfrentamientos (salvo contadas excepciones), el jugador debe coordinar su táctica con el resto de la plantilla por medio de un sistema de comandos, escogiendo de esta forma a los responsables de curar al grupo, atacar con magia negra al enemigo, buscar protección o accionar su habilidad especial. Cada integrante está determinado por la misión en curso, por lo que el jugador no tiene la posibilidad de elegir a sus acompañantes; sin embargo, el repertorio siempre mantiene un buen equilibrio en su conformación, así que rara vez faltará la unidad que reponga la energía o emprenda el ataque.

Dado que ningún combate se encuentra al azar, los desarrolladores han integrado la posibilidad de invocar enemigos en algunas partes del juego con la finalidad de subir el nivel de los personajes y no quedarse atorados ante un enemigo que represente un reto mayor, algo que no pasa con frecuencia, manteniendo un nivel de dificultad aceptable a los largo de todo el título. De hecho, la pantalla de “Fin de la partida” no aparecerá mucho que digamos.

Por último, la gente de Mistwalker también implementó una vista en primera persona para Zael y su ballesta, algo que le permite encontrar salidas en calabozos, dispararles a los enemigos a distancia y dar ordenes a los acompañantes para derribar partes del escenario que pueden dañar a las creaturas rivales.

Tanto las armaduras como las armas encontradas en los escenarios pueden mejorarse constantemente, claro que para ello es necesario dar con los objetos adecuados y acudir con la persona indicada para el trabajo. También es importante mencionar que en el juego no existen ítems de curación ni ninguna otra clase de objetos para mejorar los atributos de los personajes dentro de las batallas, por lo que hacer buen uso de la magia será decisivo para salir airosos de las peleas.

¿La última historia? Esperemos que no

Los diseños de los personajes y los amplísimos elementos de personalización le dan al juego un agregado que bien vale la pena resaltar, teniendo la opción de escoger diferentes vestuarios y el color de los mismos (un gusto culpable para los gamers diseñadores). Los escenarios están muy detallados y la dirección de arte sobresale, aunque en ocasiones se sienten un tanto estériles en contenido

El maestro compositor Nobuo Uematsu no decepciona en lo más mínimo en el apartado musical del juego, aunque sería injusto decir que estamos ante la mejor obra del también responsable de la banda sonora de numerosos Final Fantasy. Aun así, las piezas compuestas por el orquestador encajan solemnemente con las situaciones presentadas, especialmente el tema principal.

Con respecto a la actuación de voz, realmente no hay mucho que decir. El inglés británico le da cierta elegancia a los diálogos, pero se extraña la opción de cambiar el lenguaje a su idioma original en japonés. Por fortuna se incluyeron subtítulos en español para que los menos refinados de oido no pierdan pista de lo que acontece en pantalla.

The Last Story aprovecha al máximo las capacidades gráficas de la Wii, algo que no se vio mucho en otros títulos a lo largo de los seis años de existencia de la consola. Lamentablemente, el apartado técnico sufre de constantes ralentizaciones, empeorando de manera notoria cuando la pantalla se llena de elementos. Durante mis muchas sesiones con el juego también me percaté de la aparición de alguno que otro bug, que en determinadas zonas, pueden desaparecer todo lo mostrado en pantalla y dejar al protagonista flotando sobre un fondo azul. Afortunadamente no fue algo que me evitará seguir avanzando.

En conclusión, The Last Story es un título que llega como una apuesta innovadora al viciado terreno de los juegos de rol japoneses, y aunque no revoluciona al género, sí le da una bocanada de aire fresco en estos tiempos de indudable crisis. La historia queda un tanto lejos de ser épica, pero pocos pueden negar que el guion cumple con creces en lo que pretende, entregando una historia respetable y envolvente que queda un tanto empañada por los problemas técnicos.

Si te gustan los dramas telenovelescos y las historias de amor bien escritas, entonces este es el lugar para ti.

Lo imperdible

– Una historia bien contada
– Sistema de combate entretenido y completo
– Nobuo Uematsu en la banda sonora
– Personalización en la apariencia de los personajes

Lo impresentable

– Problemas constantes en la tasa de cuadros por segundo
– Algunas veces la cámara no se mueve como debería
– Su tardía llegada al continente americano

¿Qué significa esto?

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