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NB Jalogüín: Silent Hill – Nowhere

Los recuerdos son vagos. Soló sé que estoy muy cansado y que viajaba con mi hija. No hay tiempo para pensar; tomo su libro de dibujos y comienzo a buscarla.

… despierto.

Todo da vueltas. Hay sangre en el volante, me salvó el cinturón de seguridad. Miro al asiento del copiloto… Cheryl no está, sólo queda su libro de dibujos al lado de la puerta abierta.

No entiendo nada, los recuerdos son vagos, creo que llevaba varias horas conduciendo… no estoy seguro. Soló sé que estoy muy cansado y que viajaba con mi hija. No hay tiempo para pensar; dejo atrás mi auto oscuro, tomo una linterna que estaba en la guantera, el libro de dibujos de mi hija y comienzo su búsqueda. El pueblo luce vacío, abandonado, oscuro, cubierto por una densa niebla y por lo que creo es ceniza que cae constantemente. La desesperación comienza a ganar terreno… no tengo la menor idea de dónde estoy y peor aún, no sé dónde está mi hija.

Camino por las calles, intentando que ellas me den el rumbo. La visibilidad es muy poca. Tras varios minutos comienzo a comprender que algo no anda bien; escucho ruidos y movimiento a pesar de no ver a nadie mientras extrañas y amenazadoras sirenas suenan a lo lejos. Escucho unos pasos, son tenues y lentos… «¡arriba las manos!» grita alguien, paralizándome y hago caso inmediato. Me lleva a una cafetería mientras no puedo ver claramente a esta persona; sólo me consta que tiene un arma de fuego.

Me sienta y la veo por primera vez. Es una policía rubia, de contextura delgada y luce inquieta. «¿Qué mierda sucede? Dime todo lo que sabes» dice con falsa calma, intentando ocultar su nerviosismo. Por primera vez desde que desperté recuerdo mi nombre; le digo que soy Harry Mason, que no tengo idea como llegué a la ciudad, que no sé dónde estoy y que sólo deseo encontrar a mi hija. Sólo recuerdo ir conduciendo con mi hija al lado, yendo a gran velocidad por algún camino… nada más.

Al parecer ella no ha visto a nadie en horas. Deja de apuntarme, en un claro gesto que cree mi historia. Me dice que su nombre es Cybil y que no entiende qué está ocurriendo. Me comenta que los teléfonos no funcionan, las radios tampoco, que no sabe nada de nadie y que no puede escapar de la ciudad ya que todos los caminos están cortados… como si hubiesen sido víctimas de un gran terremoto.

«Tengo que encontrar a mi hija. Es pequeña, tiene 7 años y el cabello oscuro. Venía conmigo y despareció… ¡necesito encontrarla!» le digo… y ella sin titubear me pasa su pistola extra. «Utiliza cada bala como si fuera la última» me responde. Por algún motivo miro el libro de dibujos de Cheryl; «a la escuela» dice una de sus hojas. Cybil me comenta que la escuela de la ciudad está a un par de cuadras, así que decido probar suerte… a estas alturas no creo en «las coincidencias».

A medida que me acerco a la escuela veo más figuras, distinguiendo en la niebla siluetas que parecen ser personas pero que se mueven de forma muy extraña. Estoy a unos metros de la entrada y estas criaturas comienzan a acercarse de a poco para luego arrastrase velozmente hacía mí. Estoy en peligro; a pesar de mi cansancio, corro e ingreso a la escuela trabando la puerta. Saco la linterna, ilumino el interior buscando pistas y, tras dar unos pasos, una fuerte sirena comienza a sonar con un volumen tal que siento que quedo sordo… las paredes comienzan a cambiar, el suelo pasa a ser rejas y el oxido inunda todo. Sólo atino a mirar y apuntar con mi arma.

«No puedes quedarte inmóvil, debes permanecer despierto, reacciona» me digo. Avanzo y veo un charco de sangre… al acercarme noto que en él hay llaves de un automóvil y un papel que dice «Lisa, a enfermería». Tomo las llaves y vuelvo a pensar que sólo existe la ilusión de las coincidencias, que nada es al azar. Camino lentamente mientras sigo los letreros y avisos que apuntan a la enfermería… mientras que siluetas y sombras muy pequeñas aparecen y desaparecen. De la nada cesan de golpe… escuchando después el llanto de un hombre y el de un bebé pequeño. Mi corazón se detiene, se congela y empatizo con el llanto; estaría igual o peor si pierdo a mi niña. Debo continuar.

Llego la enfermería y noto que luz proviene del interior. Abro lentamente la puerta y veo a una señora, de quizás 50 años o más, vestida con harapos viejos y con una apariencia desgastada y amenazadora. Me acerco y veo que tiene a mi hija en sus brazos. Un incontenible «¡mi pequeña!» escapa de mi boca, mientras le grito que la suelte y que se aleje. «No tienes idea… imbécil, ignorante. Ella pertenece a este lugar, es la heredera de la marca de Samael y su destino está atado a él, ¡para siempre!» me responde. Maldita vieja loca, la empujo y tomo a mi hija en mis brazos.

La salida de emergencia está muy cerca y la puerta parece estar sin cerrojo. La vieja continúa gritando cuando lo que parece ser el sonido de una radio mal sintonizada comienza rugir con fuerza; seres que parecen ser enfermeras comienzan a ingresar al cuarto. Se mueven de manera muy extraña, no tienen rosto y se acercan peligrosamente. Derribo a un par de ellas con el arma que recibí de Cybil para luego utilizar la salida de emergencia. Tranco la puerta con lo que tengo a mano… sé que detendrá a las enfermeras pero por muy poco tiempo.

Miro a mi alrededor y veo que estamos en un estacionamiento, el tiempo se agota. Recuerdo las llaves que encontré y busco con la alarma al vehículo al cual pertenecen. Una gran espada aparece de golpe, rompiendo por la mitad la puerta por la que llegué; no aguantará mucho más, debo apresurarme. Una alarma suena a lo lejos; un auto negro de luces titilantes luce como un regalo, como un milagro.

Pongo a Cheryl en la silla del copiloto y a duras penas le coloco el cinturón de seguridad. Por suerte sigue inconsciente. En caso de despertar, le dejo su libro de dibujos al lado mientras miro de reojo y la puerta ya casi no existe. Una alta figura resalta de las sobras, contando con lo que parece ser una cabeza triangular, ondeando su larga espada.

Los nervios y mi fuerza me traicionan, me cuesta eternos segundos ponerme el cinturón y hacer andar el vehículo. Salgo del lugar a toda velocidad, huyendo como si ese pueblo se tratase del mismo infierno. Llevo más de una hora de camino y aún no siento que mi hija esté a salvo. La carretera luce extremadamente despejada; no hay otros automóviles, ni siquiera estacionados y sólo vi una motocicleta abandonada a la orilla del camino.

El tiempo pasa, parezco no llegar a ninguna parte. Siento que no he dormido en años… pero debo seguir despierto… tengo que hacerlo por mi hija. Esto no puede volver a suceder. Continuo avanzado y tras un largo rato veo por el retrovisor un letrero que dice «gracias por visitar Silent Hill».

Parece que esto es de nunca acabar. Pasa el tiempo, debo continuar pero ya no puedo. Esto no puede estar ocurriendo, debes llegar a algún lugar en que tu hija esté a salvo. No doy más, los ojos me pesan una tonelada pero hombre, debes seguir y conducir, debes permanecer despierto. Recuerda, debes permanecer despierto. Debes… permanecer despierto. Debes… permanecer… despierto.

Debes…

permanecer…

Links: 

– Una historia de Halloween: Bioshock [NB Jalogüín] (Niubie)

Un lugar llamado Silent Hill (Niubie)

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