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NB Labs: Fable The Journey

Kinect demostrando su ineficacia sustituyendo el control tradicional.

Plataformas: Xbox 360 – KinectDesarrollador: Lionhead StudiosDistribuidor: Microsoft Studios

Fable: The Journey es un juego hecho con cariño. Queda bastante claro en una variedad de aspectos, desde las tradiciones de la franquicia Fable que se respetan al más mínimo detalle, incluyendo referencias a juegos anteriores. Las características de la marca creada por Peter Molyneux están presentes para bien, ya sea en el tipo de diálogos, en el humor a veces infantil, otras veces más oscuro, y en el estilo artístico que mantiene la línea de lo que ya se ha visto.

Hasta ahí, uno puede preguntarse ¿entonces The Journey es un juego digno del nombre Fable? Y sí, lo es, siempre y cuando solo haya que mirarlo y no jugarlo. Porque ponerse al mando de los controles de Fable: The Journey es un suplicio cuyo responsable tiene un único nombre y apellido: Kinect.

En The Journey se cuenta la historia de Gabriel, un joven algo despistado que conduce una carroza en medio de una caravana. Dados sus descuidos, se separa del resto del grupo y sin querer da inicio a una aventura propia, al estilo del mejor Fable. El viaje se hace en compañía de Seren, la vieja yegua del protagonista que ha estado con él desde su nacimiento, y también con otros personajes que se van sumando a lo largo de la aventura.

Ya con solo iniciar el juego y pasearse por los menús, uno se da cuenta que este no es el título promedio hecho para Kinect. Lionhead se preocupó hasta de los más mínimos detalles, ya sea incluyendo varios modos de juego, y dentro de la campaña principal hasta hay un pequeño sistema de progresión y mejoras en base a ciertos objetos que se van recolectando. Artísticamente el juego también luce, quizás como ningún Fable hasta ahora; tal vez sea por el uso de un motor como el Unreal Engine, que hace que todo se vea rico en detalles y se puedan observar vistas impresionantes de los paisajes cercanos a Albion.

En resumidas cuentas, Fable: The Journey cuenta con un envoltorio sobresaliente, al mismo nivel de cualquier producción estilo “AAA” que se pueda encontrar en el mercado. El juego viene doblado al español latino, y como casi en todos los juegos de Microsoft, este es de la más alta calidad. Al ver el juego en pantalla, es imposible no pensar que esta y no otra es la gran apuesta de Microsoft para potenciar Kinect, y que mejor con un spin-off de una de sus franquicias estrella.

El problema de The Journey viene a la hora de sentarse a jugar (sí, hay que sentarse a jugar). Básicamente, este es un juego sobre rieles en el que se llevan a cabo varias acciones, algunas que funcionan bien y otras que son un desastre. A la hora de andar por los caminos, hay que cabalgar y dirigir a Seren en un par de acciones, ya sea cambiando de dirección o gestionando la velocidad. El movimiento de tomar las riendas es por lejos el que mejor funciona de todos, y si bien la respuesta del sensor no es al cien por cien precisa, no hay ninguna excusa para que el caballo no haga lo que uno quiere. Coincidencia o no, cuando uno anda sobre un caballo en la vida real las respuestas no siempre son automáticas.

Pero solo cabalgar puede ser muy aburrido. Y el viaje de Gabriel no es solo recorrer para volver a juntarse con la caravana, ya que diferentes eventos que van sucediendo durante el juego lo obligan a realizar otras cosas, como por ejemplo, ponerse un par de guantes mágicos para defenderse de hobbes, balverinos, trolls, y toda clase de enemigos que pululan por ahí. Aquí es donde el juego cambia su premisa y se convierte básicamente en un shooter, con dos tipos de disparo: con una mano se hace el tiro estándar, con la otra uno especial que es una especie de látigo que además de arrastrar enemigos también sirve para mover objetos u otras acciones por el estilo.

Y es aquí donde empieza el suplicio, porque el control es demasiado impreciso y es muy frecuente terminar apuntando a cualquier parte, menos donde uno quiere. Afortunadamente, el sistema de juego ofrece algún tipo de ayuda automática y con las mejoras del personaje también se puede mejorar la precisión (en estricto rigor, se puede hacer que los disparos reboten en los enemigos y darle a varios a la vez, lo que reduce el número de tiros que hay que hacer), pero todas las asistencias no evitan que Fable: The Journey se haga un juego pesado y cansador. No tanto por el esfuerzo físico, sino por lo que significa -mentalmente- el hecho de que la precisión sea una cuestión al azar.

Luego, está el hecho de que el juego es absolutamente guiado. Las decisiones sobre el camino que se puede elegir pasan por detenerse en algunos lugares a “investigar”, que en realidad significa parar, abrir un cofré (con su consiguiente movimiento de manos), y como consecuencia enfrentarse a un pequeño número de enemigos que invariablemente terminan siendo igual de molestos por la ineficacia del sensor a la hora de procesar los tiros. No hay exploración más que la que uno puede hacer mentalmente mirando los paisajes mientras Seren se mueve casi en piloto automático.

Hay otras acciones más allá de cabalgar o disparar, pero son absolutamente testimoniales (abrir cofres, limpiar el caballo o curarle sus heridas). También hay enfrentamientos con jefes, pero en ningún caso suponen un reto que haga repetir secciones una y otra vez. Al final, la experiencia de juego se va diluyendo con el paso de las horas, y si bien Fable: The Journey no es un juego especialmente largo (aunque sí lo es más que el promedio de títulos de Kinect), sesiones de más de media hora pueden hacer demasiado tediosas.

Es casi triste pensar en una justificación para The Journey basándose en el hecho de que es un título dedicado a los más pequeños. Y es que ciertamente, un niño puede disfrutar mucho lo que ofrece este viaje, pero el universo de Fable es rico en tradiciones y eso lo hace atractivo para todo tipo de jugadores, incluyendo a los más hardcore que vienen siguiendo la franquicia desde sus inicios. Su propuesta va más allá de ser solo “interesante” por la forma en que está planteado el juego (aún sobre rieles), pero todo se va al tacho de la basura por el uso exclusivo de Kinect. Con el control tradicional hubiera funcionado a las mil maravillas, incluso dentro de sus limitaciones.

Lamentablemente, uno solo puede valorar lo concreto y no lo supuesto. En este caso, Fable: The Journey es un título de varias luces, pero el uso de Kinect corroe y estropea todo lo bueno, tal como lo hace el Devorador dentro del mismo juego. Ni su excelente diseño visual, ni la interesante historia que se cuenta, ni la relación entre Gabriel y Seren: nada se salva del lastre que significa tener que imitar de mala forma las acciones del personaje, cualquiera que esta sea. “Tu eres el control” hoy en día parece una frase demasiado pretenciosa, una falacia con la que Microsoft intentó vender un producto que en su forma actual no tiene sentido ni cabida en este tipo de juegos, y es una lástima que esfuerzos como el de Lionhead con Fable: The Journey terminen desperdiciados y destinados al olvido. Aún cuando sus cifras de venta después digan otra cosa.

Lo imperdible:

– Una interesante historia enmarcada en toda la tradición del mundo de Fable.
– El estilo visual y artístico está por sobre la media.

Lo impresentable:

– El control con Kinect echa por tierra todo lo bueno del juego.
– Tratar de ser preciso en los disparos es una tarea titánica.

Lo triste:

– El excelente trabajo de Lionhead para con The Journey es simplemente un desperdicio de esfuerzo, recursos, y talento.

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