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Civilization: Beyond Earth – A primera vista

Nuevo planeta, viejos conflictos.

Los primeros turnos con Civilization: Beyond Earth dan vueltas sobre aprender lo básico del juego. Pero lo básico de verdad: desde conocer al auspiciador que pone los recursos para viajar al nuevo planeta, hasta cierto conocimiento específico sobre la manera de comenzar la nueva civilización. Nada demasiado complejo y siempre accesible gracias al detallado tutorial que va guiando y además explicando claramente los nuevos conceptos.

Una vez fundada la primera ciudad -de la alianza Panasiática llegada directamente desde la Tierra-, lo primero es familiarizarse con el entorno. Hay por ahí cierta vida alienígena, no muy agresiva ni tampoco intimidante. Lo mejor es mandar a uno o dos exploradores en modo automático a recorrer el mapa, mientras pasan los primeros turnos y me dedico a consumir una gran cantidad de contenido útil para lidiar con el nuevo entorno.

Mi ciudad va creciendo, los primeros trabajadores empiezan a crear algunos edificios y otras pocas granjas, hasta que llega desde el espacio otra nave trayendo más viajeros. Primero son los africanos, luego los australianos y después los hijos de los balcanes. Todos se instalan por ahí cerca, algunos saludan y otros no. Por ahora no son una molestia ni nada por el estilo.

Pero una vez que las ciudades se van expandiendo y los recursos empiezan a abundar, los líderes vecinos empiezan a tocar la puerta. Uno quiere abrir fronteras o que tengamos acuerdos de cooperación. Otro quiere que no construyamos ciudades cerca de su territorio, o que mis exploradores se mantengan alejados de sus propios descubrimientos. Tal como alguna vez sucedió en la Tierra, basta que los recursos sean apetecidos para que nadie quiera tener menos que el del lado.

Civilization Beyond Earth 02

Mientras tanto, las civilizaciones van creciendo, las ciudades aumentan de tamaño y hay que ir tomando algunas decisiones para dictar el curso de la evolución. Por ejemplo: las afinidades. Tanto estudio e investigación se recompensa con ciertos puntos a repartir entre tres afinidades (Supremacía, Armonía, Pureza) que tienen como fin último evolucionar hacia una nueva especie, una mitad robot mitad humano, u otra donde se adopte el nuevo planeta y sus formas de vida al punto de fundirse en una sola raza, o bien mantener las cosas como eran en la tierra.

Eventualmente, durante los primeros 250 turnos habrá que repeler todo tipo de ataques. El primero y quizás más letal fue el de cierto gusano gigante que arrasa con todo y para cuyo asalto la nueva colonización no estaba del todo preparada, al punto de que construcciones y soldados de varios tipos fueron derrotadoss por sus ataques. Más adelante, el conflicto estuvo radicado en cierto hexágono que adquirí demasiado cerca de otra colonia; aquel pedazo de terreno no tenía nada de especial en cuanto a recursos, pero al igual que en la Tierra, las fronteras entre países no se pueden tomar a la ligera.

Quizás en el combate radica la parte más «floja» de Beyond Earth, ya que el esquema por turnos no es realmente atrayente a la hora de tener que barrer con unidades enemigas. Pero lo cierto es que arrasar con medio mundo es solo una más de las formas de ganar en cualquier juego de la franquicia. No la principal y definitivamente no la más satisfactoria.

Al igual que anteriores Civilization, el gancho en Beyond Earth parece estar en los elementos más «pasivos» del juego. En desarrollar una colonización en base al gusto del líder, ya sea para terminar siendo verdaderos robots o para mantener las cosas en una forma más tradicional, como era en la Tierra. O para ser un hippie amante del nuevo entorno que vive en armonía con los aliens. Todo es posible.

Pasada la barrera de los 200 turnos, el conglomerado africano decidió tomar el toro por las astas e invadir esa pequeña ciudad que estaba demasiado cerca de su territorio. Pude derrotar su primera y su segunda ofensiva, a cambio de perder varias unidades de soldados y de sufrir una pequeña hambruna en otra ciudad más grande. Le ofrecí un tratado de paz a su líder, pero no lo aceptó. De hecho, fue y le habló mal de mi civilización al resto de los líderes y supongo que por ello algunos acuerdos de cooperación se acabaron y no fueron renovados.

Civilization Beyond Earth 03

Finalmente, el marcador de turnos llegó al temido 250 y el juego se devolvió al menú sin la chance de «un turno más». Tres horas se me hicieron cortas, muy cortas.

¿Interesados en saber más de Civilization: Beyond Earth? No dejen de echarle un vistazo a la entrevista con Anton Strenger, diseñador y programador de Firaxis Games.

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